Y son siempre una mala noticia. Paso a explicarles algunas de las razones de mi sentencia:
Por empezar, la invitación. Desde hace algunos años se estila que los invitados solventen gran parte de los gastos de la fiesta. Esto a mí me suena así: Querido Invitado, Yo te invito y elijo cuándo y dónde comeremos, qué comeremos, qué beberemos, y la música que bailarás hasta la hora que yo decida. Pero eso sí... ¡Vos pagás!
O sea que no sólo deciden el destino de mi preciado Viernes o Sábado, sino también el de mi dinero.
Esto tiene que terminarse de una vez.
No obstante lo anterior, existe una costumbre mucho más antigua que consiste en repartir una lista, o dar a conocer su ubicación, en la que se detallan las necesidades materiales de la pareja.
¿Qué hicieron todo este tiempo de noviazgo? ¿Acaso pensaban comer y dormir en el suelo?
Casi siempre hay poco tiempo para confirmar asistencia. Bueno, en mi caso siempre llega ese día y yo sigo esperando que algún milagro suspenda o cancele la boda... Para esto hay que llamar al teléfono que viene anotado en la tarjeta de invitación. Y ésta posee poderes sobrenaturales para extraviarse. No termina ahí. También hay que hacer llegar con cierta urgencia el dinero hasta la dirección indicada en la mencionada tarjeta, que nunca queda cerca de mi casa.
Llega el día. Yo visto un pantalón de otro siglo, camisa, saco y zapatos incómodos. Y tengo corbata... ¡Cómo odio la corbata! Es el más fiel equivalente a collares de perros y horcas. Y a último momento se presenta la dificultad de no poder recordar el procedimiento exacto para hacer el nudo.
(Por favor, que alguien me explique bien para qué sirve la corbata. Soy todo ojos).
La iglesia. Acostumbro llegar tarde a semejante circo medieval.
Tengo mil formas más divertidas de aburrirme, y trescientas veinte formas mejor fundamentadas de ser engañado.
El Salón. Ni bien ingreso me asignan una mesa según una distribución que vaya a saber qué mente débil diagramó. Hay muchos desconocidos, o me ponen con unos con los que no hablo hace diez años. Afortunadamente suele haber algunos amigos. Y es aquí, después de tanta incomodidad, donde siento la primera sensación agradable en todo lo que va de la noche. Cuando saludo a un Amigo.
El peinado de la Novia. Totalmente diseñado para que la novia no se parezca a ella misma en ninguna de sus edades o fotos. Me da la sensación que está pegajoso y que la estafaron de la misma manera que con el vestido. Seguramente nunca gastó tanto tiempo y dinero en lucir tan espantosa y fuera de época.
La comida. ¿A quién se le ocurre servir pollo en un lugar donde no se puede agarrarlo con la mano? ¿Para qué sirve exactamente el Centro de Mesa?
¿Soy realmente un analfabeto o un grasa si me confundo las copas de agua, vino y no-se-qué?
La música parece sacada del TOP 100 de los temas más berretas y de mal gusto.
Y sigue el mal gusto: Los que gritan “vivan los novios” cada cuatro minutos, los que bailan pé pe pe pe pe pé con la corbata como vincha, el trencito, los que tiran papel picado en los ojos y la boca, el novio pasando las ligas mientras toca las piernas de las amigas de su flamante esposa ante la mirada de los suegros, las que saltan para agarrar un ramo mágico que les solucionará la existencia, las que esperan lo mismo tirando piolines rojos que salen de una torta, y una interminable lista de etcéteras que no vale la pena mencionar.
Yo entiendo que la fiesta de casamiento es algo simbólico, y justamente ahí suele estar el error. La fiesta de casamiento es el símbolo, y la vida en pareja es la cosa. La mayoría de los contrayentes que conocí están más preocupados en el símbolo, que en la cosa misma. Eso es vergonzoso en pleno siglo equis-equis-palito.
Deberían prohibir ese tipo de fiestas, al menos para no distraer a esas personas que tendrían que estar concentradas en cosas mucho más importantes. Yo estoy seguro que así los divorcios serían un poco menos frecuentes.
Y si tienen ganas de casarse y compartirlo con su gente, cualquier garaje o patio sobra para meter a los que quieren y los quieren de verdad, sin necesidad de tanta tradición inservible, compromiso inútil y tanto, tantísimo mal gusto. O por lo menos pongan un poco de creatividad, por favor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Esto de comentarnos las notas mutuamente es de mal gusto y puede parecer gay (doblemente de mal gusto)... pero está genial! jojo Se hizo esperar pero valio la pena el post. Me cagué de risa.
Abrazo
No suelo decir "sobre gustos no hay nada escrito" salvo cuando mi padre comienza a discutir conmigo sobre música, lo que le parece bueno y malo a cada uno, etc.
Descubro esta maravilla de los blogs por pura y purísima casualidad. Agradezco a Dios que me haya dado una buena vista para no terminar hecha bolsa después de haberla pegado frente al monitor más de media hora leyendo todos los posts. Los felicito!.
Y si mal no recuerdo, estoy en falta por el post Nº1. Registre un blog, totalmente "al pedo", porque subí dos textos y lo abandoné. Pero vean el lado positivo. Me estoy mandando terrible comentario logueada con mi cuenta blogger!.
Adiós y nunca paren de escribir sobre gustos!.
Publicar un comentario